Escena // 'A través de los campos quemados', en Fetal 2011
'A través de los campos quemados', en Fetal 2011
Teatro Dran presenta en Urones su nueva propuesta al aire libre, un texto que gira en torno al conflicto de la posesión para sobrevivir
La joven compañía vallisoletana Teatro Dran estrenó en pleno campo, en el espacio dejado por una vieja cantera rodeada de almendros, el espectáculo ‘A través de los campos quemados’ en el marco del XV Festival de Teatro Alternativo de Urones.
Se trata de una obra escrita y dirigida por Jaime Rodríguez, ayudado en la dirección por Ruth Rivera, y que plantea el tema de la posesión, tener para ser. “He querido aunar el conflicto eterno de los clásicos, desde Grecia, pasando por Lorca o Shakespeare”, señala el dramaturgo. Rodríguez está convencido de que es una cuestión plenamente contemporánea ya que “ahora, como siempre, las personas vivimos con esa retorcida idea de que necesitamos poseer para sobrevivir, tener más que el otro”.
Esta versión de ‘A través de los campos quemados’ fue presentada a principios de año en un acto académico de la Escuela Superior de Arte Dramático por lo que la presentación en Urones pude considerarse un estreno ya que ha tenido que adaptarla a un escenario al aire libre y con otras consideraciones técnicas.
El director del espectáculo considera que “la atmósfera especial que se genera en el entorno de la cantera crean un magnetismo y una potencia especiales”.
Cada ser busca su lugar. El error, trágico, consiste buscarlo en uno al que no pertenecemos. El montaje muestra cómo el hombre lleva a cabo esa búsqueda de la posesión más absoluta. Nada que no nos pertenezca, afirma Jaime Rodríguez, pues ser tomado. De plantearlo así, dice, se generará violencia, una violencia presente en el proceso de creación.
Después de tres años de investigación para crear el texto, el autor del texto asegura que ha descubierto que una de las tareas del dramaturgo consiste, precisamente, en encontrar el lugar exacto al que pertenece cada palabra, una acción –confiesa- que también requiere cierta dosis de violencia.
“Las personas acabaron revelándome, al igual que las palabras, que la posesión del lugar al que creen pertenecer, conlleva la aceptación de dicho espacio tal cual es o su destrucción”, concluye.