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Obra: 'Ocasiones especiales'. Autor: Bernard Slade. Versión y dirección: Juan Carlos Rubio. Intérpretes: Kiti Mánver, Jorge Roelas. Escenografía: Vicky Toledano. Iluminación: José Manuel Guerra. Vestuario: Pilar Mantecón. Producción: Txalo. Representación: Auditorio del Parque Almansa de San Javier, viernes 5 de agosto de 2011. 42º Festival de Teatro y Danza. Calificación: Muy divertida.

Estuvieron espléndidos, y eso que se equivocaron con el texto más que una escopeta vieja de feria de tercera fila, o incluso de cuarta, Kiti Mánver -qué gran actriz, incluso aunque se empeñara en ser mala no lo conseguiría, ni a tiros con la citada escopeta vieja...- y Jorge Roelas, que con su físico a cuestas, que lo limita lo suyo a la hora de poder enfrentarse a personajes fantásticos que él por su talento de intérprete bordaría, derrocha esa humanidad y esa cercanía tan suyas con el espectador que tanto le benefician. Estuvieron fantásticos, divertidos, ágiles, entrañables, eficaces, gansos, tiernos y cómplices durante la representación, en San Javier, de la divertida, y muy fácil de digerir, comedia de Bernard Slade que, con su correcta corrección y su atinado buen tino habitual ya en él, se ha encargado de versionar y de dirigir ¡Juan Carlos Rubio!, por quien César Tárraga, director del Festival, siente devota devoción y lo programa llueve o truene, haga frío o calor, cueste lo que cueste y salga el sol por Antequera o por dónde le dé la gana de aparecer. Y Rubio cumple: hace que el público pase un buen rato, no se complica la existencia con textos complejos, ni se la complica al espectador, y listos. Y... a cenar.

Carcajadas

En 'Ocasiones especiales', que así se llama esta comedia rebosante de ironía y buen humor de andar por casa, se cuenta la historia de Lola y Víctor, una pareja de divorciados, con sus correspondientes hijos, que con sus comportamientos -en muchos momentos provocadores de carcajadas, y en algunos otros causantes de que se te ponga un nudo en la garganta, en el estómago, en el corazón o dónde quiera que te pille más sensible esa noche- vienen a demostrar que, en efecto, en determinadas ocasiones «del amor la amistad sólo hay un divorcio». Y de esto va 'Ocasiones especiales': de amor, amistad, soledad, equivocaciones, miedo, comprensión, acciones disparatadas y una incontestable evidencia: qué vulnerables que somos todos, y qué miedo le tenemos al abandono.

Asistimos, 'encantados', al divorcio de Lola y Víctor -él la deja por otra... más joven-, y a la vida ambos durante los siguientes diez años. Les pasa de todo, a ellos, a sus hijos, a sus parejas, y al mundo que gira y gira. La verdad, todo contado con mucha gracia, mucho ritmo, un punto surrealista, otro kafkiano, otro de teatro del absurdo, otro punto más almodovariano, y una cuantas gotas de lágrimas de verdadera emoción muy bien dosificadas. Y, digámoslo de nuevo para que no vuelva a pasar, ¡ay, ay, ay!, con los diálogos cogidos a veces por los pelos -sobre todo por Kiti Mánver-, y recurriendo a la, por otro lado brillante a la par que caótica, improvisación (otro punto a lo Monty Python).

Qué ovación se llevaron con todo merecimiento los actores por parte del numeroso público -un año más excelente en su comportamiento-, que acudió a pasarlo bien con esta comedia que, claro está, en nada se parece al drama perfecto de '¿Quién teme a Virginia Woolf?', de Edward Albbe, en el que la pareja protagonista, despiadados y bastante miserables, aunque muy interesantes, se dedican a devorarse el uno al otro. Aquí no, aquí ambos comparten dosis de esa fragilidad conmovedora de la que Tennesse Williams inundó su 'Zoo de cristal'. En 'Ocasiones especiales' pasa eso de, ya saben, 'ni contigo, ni sin ti'. Un lío. Total: que quitado que se abusa de la música de 'La vie en rose', la función funciona. Y ya está, ¡a cenar!