Dijo Miguel Delibes que "el pueblo no comprende el Arte si éste no promueve en él una remoción de sentimientos". Y esto es precisamente lo que ocurre cada primavera en Valladolid
Al hilo de quien afirma que Castilla es ‘lacónica y fría’, tejió Miguel Delibes una sutil relajación con el espíritu de la Semana Santa de Valladolid y dejó escrito que su “belleza y personalidad habrá de buscarse, pues, en su sobriedad y su laconismo”. Apuntó el autor de ‘Cinco horas con Mario’, como “el pueblo no comprende el Arte si éste no promueve en él una remoción de sentimientos”.
Acertó plenamente Delibes con estos comentarios. La Semana Santa de Valladolid rezuma seriedad. No hay excesos. Prima la mesura, el recogimiento. Sin embargo no deja indiferente a quien la descubre. Las obras de arte que desfilan en estos días conmueven y llegan a remover los sentimientos de quienes las contemplan. Una comunión de esculturas policromadas y nazarenos silentes. Más de 15.000 cofrades participan en la gran procesión General de la Pasión que, si el tiempo no lo impide, porque en Valladolid hay que mirar al cielo estos días, custodian una veintena de pasos entre el sonido de cornetas y tambores.
La del Viernes Santo no tiene competidora, todas las cofradías conforman una unidad durante esa tarde noche. Sin embargo, el resto de la Semana es tal la conjunción de tesoros escultóricos que ocupan la calle, que hay que elegir la procesión, sabiendo que en años sucesivos habrá que apostar por esa otra que recorre las calles a la misma hora.
Conviene madrugar para escuchar el pregón de la Semana Santa que un jinete, a caballo, a primera hora del Viernes Santo, recita en varios puntos de la ciudad convocando a los fieles al Sermón que se escuchará a mediodía en la Plaza Mayor. Parece imprescindible asistir a la procesión en la que el Cristo de Luz, de Gregorio Fernández, desfila transportado a hombros por los hermanos de la Cofradía Universitaria, en la mañana del Jueves Santo.
Cómo perderse el regreso de la Virgen de las Angustias, realizada por Juan de Juni, cuando entra en la iglesia, mientras cientos de fieles cantan una Salve, ya en la madrugada del Viernes Santos. Quién dejará de visitar la Iglesia de la Vera Cruz donde los miembros de la cofradía del mismo nombre custodian imágenes como ese Ecce Homo; también, ¡cómo no!, de Gregorio Fernández, que aún parece que no ha curado sus heridas.
Juan de Ávila, Francisco del Rincón, Pedro Sedano, Juan de Juni, Gregorio Fernández o Bernardo del Rincón, la mejor escuela castellana en las calles de Valladolid durante la Semana Santa. Aunque suene a tópico, un museo de escultura al aire libre.
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