El pintor se explaya en texturas vigorosas mediante las que abstrae la luz y la atmósfera. La abstracción se hace evidente en aquellos lienzos en los que el lenguaje plástico se limita al color y a una pincelada potente y llena de materia. Sin embargo, Palacios esboza en otros cuadros el paisaje de forma muy sutil.

La ciudad o el paisaje surgen, en estos casos, de la materia, de las sensaciones que transmite el pintor a través de ese lenguaje abstracto y matérico. La paleta cromática que emplea se caracteriza por los tonos oscuros apagados, aunque no se descartan manchas de colores más vivos, vinculados a la tierra y al fuego, dos elementos que retrotraen al origen, a la materia prima, para desnudar el paisaje, depurarlo de recursos externos y purificarlo.

Los títulos ‘de la luz a la materia’ o ‘el paisaje liberado’ ilustran la voluntad del artista de buscar los momentos que alumbran e inspiran la dimensión telúrica de la pintura. La utilización del acrílico permite al pintor superponer capas de materia vinculadas con una sucesión de matices cromáticos que enriquecen el conjunto del lienzo. Los paisajes de Palacios están reflejados en los cuadros con el subjetivismo que infiere su propia voluntad, cargada de lirismo, silencio y de introspección en el oficio de pintar.

El lirismo de Palacios tiene también una dimensión literaria como evidencia el mismo: “Desnudando, haciendo pura la pintura”/“Estoy danzando con pasiones encendidas”/“Desde Helicón a otros lugares para el arte”.

Fernando Palacios. 'Entre lo abstracto y lo concreto'

El tiempo se para en el paisaje,

y las luces se inventan en la orilla,

naturaleza que es origen,

primera evidencia, punto de partida.

Hay un gran camino todavía

entre lo abstracto y lo concreto,

pasean colores por el cielo,

y a veces se intuye la figura.

Sí, a veces se intuye la figura

entre colores, materias y texturas,

cuando la soledad del artista