Libros // José Manuel de la Huerga presenta Apuntes de medicina interna, cuando el sobrentendido es una tapadera
15,50 euros. Apuntes de medicina interna. José Manuel de la Huerga. 200 págs. Menoscuarto Ediciones. Palencia 2011
José Manuel de la Huerga presenta Apuntes de medicina interna, cuando el sobrentendido es una tapadera
Menoscuarto publica esta novela sobre el diario de un joven médico
José Manuel de la Huerga se enfrentó a Apuntes de medicina interna después de tres novelas, dos volúmenes de cuentos y un poemario. Da la impresión de que, con este título, ha puesto la pluma más al servicio del cerebro que nunca. Se advierte una voluntaria inclinación hacia lo inteligible, o, si se quiere, para todos los públicos nada reñida con la calidad.
Toda novela tiene perchas sobre las que el autor vuelca ideas generales, que representan, en última instancia, las intenciones verdaderas. El propósito claro de ésta es algo tan llano y ambicioso como hablar con emoción del pasado, sin más. Llano, ambicioso… y sugerente. Resulta, sin embargo, obligatorio detenerse en el paisaje temático y centrarse, dentro de él, a los maquis como elemento simbólico. Estos personajes, que intervienen esporádicamente, serán el espejo ante el que medirán su moral los integrantes de la familia Rojo. El lector comprobará que, tras el prejuicio, a menudo hay ignorancia. Los maquis como muestra de cualquier realidad en la sombra, la que habitó a mediados del siglo pasado en nuestro país, por ejemplo, y metáfora de la oscuridad en la que la familia protagonista vive sumergida.
La novela guarda conexión con otras de Justo Vila y Giménez Barlett, pero, sobre todo, y más teniendo en cuenta que comparten año, con El reclamo, de Raúl del Pozo. Cada una posee un tratamiento distinto; las dos se sirven de la existencia emboscada después de la Guerra Civil para, al final, contar una historia de gentes y lugares en los que la humanidad, la remembranza y la naturaleza son protagonistas fundamentales.
Si El reclamo se centra en la frontera entre Cuenca y Teruel, Apuntes de medicina interna lo hace en esa Castilla que se vuelve cántabra. Con el añadido de que los dos autores conocen positivamente la geografía de la que hablan. La diferencia es que la curva de la mirada, en el caso de De la Huerga, es más concentrada y metafórica y se previene del desencanto –supongo que justo, pero un tanto tópico- en el que cae Del Pozo, por otra parte, magnífico escritor.
En Apuntes de medicina interna los años noventa están contados sin contar, es decir, desde la comodidad presupuesta en Abel, nieto del reputado doctor que atendió a la comarca entera donde transcurre la acción, en los peores años del siglo veinte. Abel había ido en busca de la soledad para preparar unas oposiciones, pero, en la montaña se ve arrastrado por el fantasma del amor y por la introspección familiar, ahora que su madre piensa vender la vieja casa.
Volviendo a los maquis, aunque salen poco en realidad, el autor los presenta con la ropa sucia de cal y de arena, no porque salga a jugar al empate, ni por esa corrección enfermiza y moderna que hay contra todo indicio de maniqueísmo, que tantas veces es mera subjetividad. Sino como reflejo del dualismo que acompaña la vida, aquí, representado en el carácter y en las actuaciones de los personajes. La idea actual de los maquis es difusa y casi nadie se ha molestado en actualizarla. Mientras el Estado francés les ha convertido en héroes de la nación, el reciente y polémico Diccionario biográfico español sigue cayendo en el prejuicio franquista y en los mismos términos con que fueron, entonces, acuñados: bandoleros y terroristas. Los historiadores más serios, sin embargo, ponen de relieve lo que fueron: llanamente, guerrilleros, los mismos que formaron parte de la resistencia contra el nazismo en Francia y en Alemania y que, en su precariedad, deben ser recordados con honor.
La reconstrucción, basada en un uso muy medido de la memoria y del detalle, ofrece un relato sin fisuras. Hay topos, viudas de la mina y del mar, socarrenas, trébedes, camiones de coloniales, raqueros, ropavejeros. Pero, en el fondo, dan igual. Recrean una época de la historia, pero no hay un nombre metido con calzador.
Después de la lectura planean dos ideas relacionadas: el héroe suele serlo siempre a pesar de su biografía –real- y hay que excavar en la tierra, aun a riesgo de ensuciarse las uñas. De hecho, el perfil del héroe -que va mutando de propietario conforme transcurren las páginas- coincide con el de aquel que busca respuestas. Todo, para encontrar algo que se asemeje a la verdad o, al menos, que no difiera tanto de la abrumadora parcialidad con la que se escriben las versiones oficiales.
José Manuel de la Huerga se ha separado de su narrativa anterior. Seguramente no es su mejor novela, pero, ¿acaso fue escrita con esa vocación? Aparentemente fácil, sólo aparentemente. Ha hecho la obra que le ha dado la gana y la ha hecho muy bien, con una depuración digna de alabanza y un oficio superlativo.
Biografía del autor
José Manuel de la Huerga es uno de los autores castellano y leoneses que más y mejor trabaja sus obras. Fruto del esfuerzo continuo logra no sólo un lenguaje depurado, sino unas tramas que aportan interés al margen de sí mismas. No son un anzuelo vacío, sino un motivo de constante reflexión.
De su Conjúrote, triste Plutón, premio Letras Jóvenes de Castilla y León, han pasado ya casi veinte años. Desde entonces, su obra se ha engrandecido a golpe de galardones. Obtuvo el Ciudad de Móstoles con Este cuaderno azul -2000- y en 2004 el Fray Luis de León de narrativa por Leipzig sobre Leipzig. El año pasado fue merecedor del premio Hucha de Oro gracias a Un pájaro de invierno, relato que, según explicó en una lectura posterior, en la Fundación Segundo y Santiago Montes, sufrió sucesivas reescrituras a lo largo de más de un lustro, hecho que revela la artesanía y el inconformismo creativo de De la Huerga.
Otros dos hitos importantes en su carrera son: la novela La vida con David, publicada en Multiversa y La casa del poema, de Difácil, un libro de poemas donde la sensibilidad del autor aflora en versos construidos cuidadosamente a lo largo de una década. Este libro, atención, fue finalista del premio de la Crítica de Castilla y León. José Manuel de la Huerga lleva dentro una importante y parcialmente desconocida faceta de poeta, pero su siguiente paso será otra novela. La editorial escogida, Menoscuarto, y el título: Apuntes de medicina interna.